No hubieran existido mis Montañas de Mar sin antes haber pintado mi Mar en Calma—la que considero una obra de meditación visual—. Las formas geométricas, las líneas angulosas y la vibrante paleta de azules representan la fuerza del océano, el movimiento y la profundidad de sus aguas y la energía que transmiten. El Plato Montañas de Mar es un contraste fascinante que aúna estos dos mares con mi afición por la gastronomía. Un buen día, degustando un menú gastronómico, me pregunté: ¿Por qué no convertir mi cuadro en un plato gastronómico? Ese fue el germen del proyecto que se materializaría más tarde.
Fue mientras participaba en el taller creativo Mery Sales, en el año que ella estaba becada en la casa de Velázquez de Madrid, cuando invitó a todos los participantes a realizar un proyecto, aprovechando que ella también tenía que hacer uno como parte de su beca. Es en ese momento cuando presenté la idea del Plato Montañas de Mar que contó con una gran aceptación. Entonces, me puse manos a la obra. El proyecto me llevó un año entero hasta que tomó forma gracias a Rosa Ramos, una arquitecta que entendió la pieza y consiguió engañar al ordenador para poderlo imprimir en 3D y así poder mostrarlo.
Mery apuntó un día en clase que este plato Montañas de Mar es además un cuadro que puede tocarse, lo que abre una puerta a mi obra para personas invidentes. Con esta idea di un paso más respecto a la concepción artística de mi trabajo, explorando nuevos horizontes con la curiosidad y el desafío propios del artista.
Este es el resultado. Aquí podéis ver los cinco modelos realizados: tres gastronómicos y dos que pueden ser una vajilla muy especial.